por el Turco
Octubre 17, 2023, Praga
Siempre imaginé la situación del mismo modo.
Cruzaría el puente de Carlos escuchando “Cristales de Bohemia”, el tema de Sabina.
Y entonces me emocionaría a punto tal de ponerme a lagrimear. Mezcla de profunda alegría y nostalgia al mismo tiempo.
Así que a las 5 de la tarde, frente a la estatua de Nepomuceno me arrimé a la baranda del puente, del lado donde ya caía el sol, me puse los auriculares, prendí el celular y me dejé llevar por la canción tan melancólicamente propia de Sabina. Los recuerdos y el ahora se mezclaron cual trago preparado por el barman.
Cuando debí haberlo visitado, me arrepentí. Ahora que estoy, no estoy completo. Pero al mismo tiempo feliz. Apoyado en la baranda escuchando “vine a Praga a romper esta canción … desde el puente de Carlos aprendí a rimar cicatriz con epidemia… si hay que pisar cristales que sean de Bohemia…”
Y los ojos inevitablemente se me llenaron de lágrimas, cuando de pronto inmerso en la nebulosa líquida de mis ojos creo ver algo oscuro que viene directo hacia mi cara. Apuré el lagrimeo para ver mejor. Por suerte. O no. Una abeja venía con toda su animosidad a estrellarse en mi cara. Entonces, con el dorso de mi mano izquierda transformada en abanico llevándola de derecha a izquierda ahuyento a la maligna y de paso, me llevo puesto el AirPod derecho que cae como en cámara lenta al fondo del Moldava llevándose al mismísimo Sabina. El emotivo momento se transformó en un instante en desesperación. Son las 5 de la tarde. “Rápido, una casa donde vendan AirPods!” Googleo, y maravilla de internet, aparece una casa a 10’ a pie. Salgo corriendo. Me pecho con varios turistas en el apuro. Me miran como a un ET. La cara que debo tener. Llego a la esquina señalada. “I want” se llama el comercio. Parece joda. Allí, cruzando la avenida a la derecha leo claramente su luminoso. Entro. Una pareja alemana probando parlantes de mano. Miro en las vidrieras y allí están. Exactamente los del pobre Sabina. Los alemanes no se deciden con la compra. Yo tratando de manejar la ansiedad camino de un lado a otro. Aparece una vendedora joven. Saco el AirPod sobreviviente, se lo muestro.
Se dirige a la vidriera, me lo muestra, y recién entonces respiro profundo.
Al salir del comercio son las 5 y media. Aún tengo tiempo de salvar a Sabina.
Salgo disparado hasta el puente. El sol ya cae. Hay mucha gente. No me importa. Me calzo los flamantes auriculares y comienzo a escuchar la bendita canción. Esta vez camino exactamente por el medio del puente. Empiezo a reír. No puedo parar. La gente me mira raro. Ni idea tienen de lo cerca que estuve de ahogar a don Joaquín.
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