por Trancazo
Somos
vocacionales del fracaso. Mientras otros se regodean con el recuerdo de
triunfos pasados, nosotros rememoramos heroicas derrotas en las que estuvimos casi
a punto de evitarlas. En vez de “Valientes del Charco Football Club” o
“Charqueros”, deberíamos llamarnos “Casi, casi”.
A diferencia de
muchos otros clubes que identifican con nítida precisión cuál es su archienemigo
perpetuo, nosotros los Charqueros no podemos. Nuestro eterno deambular por las
distintas categorías —principalmente en dirección descendente— nos ha impedido
llegar a cosechar una rivalidad visceral con ningún otro equipo. Por razones de
vecindad, la lógica indicaría que nuestro clásico rival debería ser el
“Atlético Desparramo”, porque “el Despa” es el club nacido en Piojones, el barrio vecino. Pero, solamente hemos
estado en la misma divisional una vez y fueron apenas dos partidos: una goleada
antológica y un disputado encuentro que “casi, casi” no perdemos.
Algunos señalan
que nuestra cancha está maldita y que seguramente fue construida sobre un
antiguo cementerio indígena, lo que explicaría nuestro invicto como locales
(solo equiparado por el que tenemos como visitantes).
Para ser un
genuino fanático de Charqueros hay que disponer de la estoica disciplina de un
samurai y su mismo compromiso con el deber. Nuestro himno recoge ese enfoque en
sus magnas estrofas que indican: …sabremos perder…, …magníficas
derrotas que templan nuestra alma…, …cualquiera puede ganar, pero la
derrota eterna es un privilegio de elegidos….
Nuestro
fundador y primer presidente del club, don Ramón Ortuiño Cabrán, señaló en el
discurso de su asunción, con visión que resultó profética, que la gloria es
esquiva y voluble y no siempre nos será fiel… Los detractores de don Ramón
de todas las horas, hicieron correr la voz de que “la Gloria” no era otra que
la señorita María Gloria Peláez dependiente del almacén de don Ramón y presunta
amante, pero eso es otra historia.
El almacén
tenía adosada una cantina que congregaba a muchos parroquianos que convocados
por la buena comida y la bebida barata que despachaba con generosidad don Ramón
se pasaban las tardes y las noches discutiendo de todo y arreglando problemas
con la facilidad que da la charla entre amigos y el alcohol. Fue algo casi
natural que surgiese la idea de formar un club local de fútbol porque la pasión
por la pelota era casi un requisito del lugar; eran vistos con desconfianza
quienes no demostraban ser cabales futboleros. Aquellos que se reunían para
jugar al dominó y al truco eran tolerados como excéntricos, pero marginales.
Naturalmente
la cantina fue la primera sede del flamante “Valientes del Charco FC”, don
Ramón su primer presidente por unanimidad y aclamación de los socios fundadores
y la vitrina que exhibía fiambres, quesos y emparedados fue destinada a guardar
los trofeos y títulos que con mucha esperanza coleccionaría el flamante club. Ya
ha pasado mucho tiempo de aquella ingenuidad, el vacío de la vitrina denunciaba
con fuerza la realidad deportiva de la institución por lo que hace diez años
decidimos por solemne y unánime decisión de la asamblea que la vitrina
recuperase su función comercial inicial. En caso de conseguirse algún trofeo se
vería de ubicarlo con el destaque apropiado. Y así se hizo el año pasado cuando
se puso en el lugar más visible de la cantina, en la pared que tiene las
estanterías con las bebidas, el diploma enmarcado que acredita nuestro cuarto
puesto en el campeonato organizado por la cooperadora del barrio para juntar
fondos en beneficio del merendero infantil.
¡Un cuarto puesto! De todos modos, hubo opositores y críticos. No
dejaban de señalar que el referido campeonato fue un cuadrangular.
Excelente!
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