por Máximo Gur Méndez (carbonero él)
En esta nueva pero fértil columna educativa de nuestro pasquín es que hoy nos inclinamos a explicar algunos términos de uso corriente.
Cualquier lector sabe que cuando decimos último nos referimos a alguien o algo que, en una serie ordenada, no tiene a nadie ni nada por detrás. Es el famoso último de la fila, antónimo obvio del primero de la fila.
Hay alguien o algo que tiene el mismo valor gramatical que último y que es quien en esa misma serie ordenada está por delante del último. Se le llamó anteúltimo o penúltimo.
Cuando las series son de tres las cosas son sencillas y no es necesario usar el término último y penúltimo, despectivos en si mismos. En estos casos se puede decir Primero, Segundo y Tercero dejando a todos contentos. Algún resabiado del intelecto podría llamarlos Primero, Penúltimo y Último, es verdad, pero solo indicaría su voluntad de demostrar animadversión hacia estos últimos (válgame el uso del término).
Pero cuando las series son de más de cinco las cosas se complican. Se podría llamar Primero, Segundo y Tercero a los que encabezan la lista y en ese orden; y Penúltimo y Último a los que la finalizan.
¿Pero que hacemos con el que está entre el Tercero y el Penúltimo? ¿Le llamamos Cuarto para separarlo de los últimos?
¿Y si la serie es mayor de 10? Allí es donde cobra vida una nueva acepción gramatical: el antepenúltimo.
Es que la lógica es marcar los tres primeros y los tres últimos.
En este sentido es que hoy les puedo decir que mi cuadro de fóbal (Penadoy), magistralmente dirigido por el inagotable Contador Mamani ha quedado antepenúltimo en la tabla de posiciones del último campeonato de fóbal del Uruguay.
¡Y a mucha honra!
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