Mínimo Gurméndez |
Es sabido que los médicos tienen (tenemos) un gran anecdotario de situaciones disparatadas, y que además tienen (tenemos) mucho tiempo para contarlas y aderezarlas.
Así pues es que, en un esfuerzo editorial impresionante, pretendemos seguir con esta saga médica pidiendo a todos los amigotes galenos que contribuyan a llenar la galanga.
Todas y cada una de estas anécdotas son absolutamente reales. Solo le hemos dado color y anonimato.
Cualquiera que ande por allí se estará dando cuenta que los nombres de las personas han ido cambiando; notoriamente.
Pasamos de Ambrosios y Celedonios a sencillos José y Manuel. Y en damas migramos de Pancracias y Eduviges a Carmen o Beatriz. Ahora son un poco más raros: se da el Nahuel o la Cinera. Obviamente no podemos olvidar que hay cientos de Johnatan o Brian o Kevin o Kimberly (escritos de todas las formas).
Por eso el ginecólogo se esperaba cualquier cosa cuando le preguntó a la madre como se llamaría la criatura.
- "Alege le vamos a poner"
- "¿Alegre?" mintió el ginecólogo
- "No: ALEGE" reafirmó orgullosa la madre. "Es la unión de los nombres de nosotros dos: Alejandra y Gerardo"
- "No, señora; eso se hacía para ponerle el nombre a la casita en Salinas: NOTOLUSA si los padres eran Nora y Tomás y los hijos Luis y Sandra" explicaba el ginecólogo.
La madre no entendía.
- "Menos mal que ustedes no se llaman VERónica y GAbriel o PEdro y NElida" agregó.
- "O PAtricia y JAvier" aumentó la Residente golpeando al caído en el piso.
La madre siguió sin entender.
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