¡Qué papita la vida! podría haber dicho cualquiera de nosotros. Ya van 6 consultas (a una semanal es un mes y medio) del ilustrísimo Dr. Froi.
Aprovechen y compartan.
Igual; el Cascanueces de Malvín no va a cobrar un mango.
El paciente entra, mira fijamente a Froi y se sienta en la silla.
No ocupa el diván.
Froi lo mira con interés y atención.
- ¿En que puedo ayudarlo?, pregunta el eminente médico.
- No sé cómo decirlo, pero lo tengo que decir.
- No se preocupe, diga nomás lo que tenga que decir. O sea, como dice Charles Smith, un prohombre de las ciencias de la siquis humana: desembuche nomás.
El paciente duda un momento, pero se para, se acerca a Froi y lo mira fijo. Tan fijo y de tan cerca que el doctor puede sentir la respiración agitada y ronca del paciente.
El paciente toma aire y le dice:
- Luke, yo soy tu padre.
- Lamento decirle que mi nombre es Hermógenes Dacler Turcio Froi Varela. No hay ningún Luke en mi nombre.
- Pufff, que suerte entonces. Era eso nomás.
- Bueno, igual le agradezco la intención. Que tenga buen día.
- Igualmente.
El paciente sale, Fori se ríe como hace tiempo que no se reía.
Margarita escucha la sonora risa del doctor desde el otro lado de la puerta. La risa poco a poco se va apagando hasta que el silencio llena el consultorio.
El intercomunicador suena y Margarita atiende. Con voz preocupada Froi le dice:
- Margarita, consígame una partida de nacimiento mía, por las dudas nomás. Pero urgente.
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