por Trancazo
¿Qué fue de los guarangos? ¿Cuál fue el motivo
principal motivo de su extinción como civilización? Los pocos descendientes que
se han podido ubicar, no logran referir un relato coherente que dé cuenta de
los motivos y circunstancias de la desaparición de su comunidad, la que, en un
tiempo pasado, sin dudas fue la más relevante que habitó la región de las
pampas y la Patagonia.
Ese es uno más de los misterios que están asociados
con la cultura guaranga, una de las tantas preguntas que no tiene una respuesta
definida y es tal vez la más grande.
Comparado con el «misterio de la extinción», las
cuestiones de cómo se prepara el dulce de guanaco, cómo hacían los guarangos
para conseguir llegar a fin de mes, qué significa el ritual que practicaban con
sus bebés en el que se escondían detrás de las manos, diciendo «¿Dónde está?»,
para luego aparecer de pronto señalando «¡Acá ´tá!», y algunos otros, pasan a
segundo plano.
Si hay algo que no ha faltado a lo largo de estos
años de estudios antropológicos sobre los guarangos y su desaparición masiva,
han sido hipótesis.
Varios han
sostenido que los guarangos desaparecieron de los lugares que solían frecuentar
porque se fueron a otro lado. La falta de oportunidades laborales, atracciones
culturales y servicios bancarios se postulan como razones para que los
guarangos se hayan ido a Canadá o a Andorra, como los destinos más probables.
La gran cantidad de avistamientos de objetos
voladores no identificados (OVNIs) en la zona que habitaban los guarangos,
alentó la tesis de que estos hayan sido abducidos por investigadores
extraterrestres. Fue un sólido respaldo para esa posición, el hallazgo que
realizó el Dr. Atilio Mongón en la caverna conocida como «la Cueva del Cuco».
Dio ahí, con una litografía que prácticamente ocupa toda la pared oriental de
la caverna, grabada en lengua guaranga, realizada con mucho trabajo y
seguramente por varios artistas. Los lingüistas que la estudiaron concuerdan en
interpretar los signos con el siguiente significado aproximado: «Salimos a
comer. Volvemos pronto».
En una conferencia de prensa que tuvo una importante
repercusión mundial, el Dr. Mongón explicó que posiblemente la litografía
representaba una especie de saludo y aviso para quienes llegaran a la cueva,
dejándoles saber que los ocupantes se habían retirado de modo temporal, con
intenciones de satisfacer necesidades de alimentación. Pero, sin embargo, no
habrían retornado a quitar la litografía, lo que hubiese sido un trabajo bárbaro.
La abducción alienígena es una opción.
Recientes excavaciones en la zona del «Carajón» a unos 30 kilómetros de donde se ubicaba «Acá», el más importante asentamiento guarango, iluminaron una hipótesis que está contando con grandes posibilidades de explicar el misterio de la extinción guaranga.
El equipo del Dr. Ramiro Alpujarra, del departamento
de arqueología de la Universidad de Canaleta Corta, halló una gran cantidad de
agrupaciones líticas consistentes en colecciones de tres piedras esféricas dispuestas
de modo irregular.
Experimentos, dataciones y cotejos con diversos
datos, permitieron ratificar que los guarangos fueron los inventores de las
boleadoras, como sostenían algunos en la zona. Desde hace mucho tiempo, existe
una absurda disputa académica por el «decanato de las boleadoras» que refiere a
adjudicar a los patagones o a los guarangos como los inventores de esta arma.
Para quienes no conocen las características de este
artefacto, diremos que consiste en un conjunto de tres bolas de piedra
―ocasionalmente solamente dos― amarradas por tientos de aproximadamente un metro
y unidos todos entre sí. Se utilizaba para cazar animales corredores. El
cazador persigue a la presa y le arroja las boleadoras que al enredarse en las
patas del animal provoca que éste caiga y se detenga.
Pero el hallazgo revelador y que dio pistas para
resolver el misterio de la extinción guaranga, fue la gran cantidad de
esqueletos que se encontraron en la misma zona del «Carajón» con el cráneo
partido. La investigación forense determinó que las severas heridas eran
compatibles con el violento golpe de una bola de piedra. «Fractura craneal por
bolazo», fue la causa común de la muerte en la gran mayoría de los
enterramientos de la zona. En un principio ese hecho acrecentó el misterio,
pero también incentivó las investigaciones del Dr. Alpujarra.
Con mucha paciencia y dedicación, el Dr. Alpujarra
luego de mucho trabajo, procuró hacer una reconstrucción fiel de los hechos y
de ese modo, dio con una explicación. Aunque de modo lamentable, lo que por un
lado fue un gran éxito académico que le valió el otorgamiento de muchos premios
y honores, por otro lado, fue una desgracia, pues los premios fueron póstumos
ya que la investigación le costó la vida al Dr. Alpujarra.
Con las bolas halladas y datos que recopiló entre
los moradores del área, el Dr. Alpujarra pudo reconstruir con mucho detalle un
juego de boleadoras tal cómo deberían haber usado los guarangos.
La evidencia empírica mostró el gran avance
tecnológico que habían alcanzado los guarangos. Resulta que el delicado tallado
de las bolas y la precisa disposición de los nudos de los tientos, lograba que
las boleadoras desarrollaran una particular característica aerodinámica que
producía un útil, pero a la vez peligroso efecto «boomerang». Si las boleadoras
no daban con el objetivo volvían hacia el lanzador. Si éste no era muy diestro,
corría grave peligro.
Se supone que lo que había en «Carajón» era un campo
de entrenamiento de los guerreros guarangos y que las bajas corresponden a las
bajas de una generación particularmente torpe en el manejo de los sofisticados
misiles guarangos.
En el lugar
hay ahora una placa que recuerda a los «Bochados del Carajón». Muy probable
este fue el inicio de la declinación de la población guaranga que terminó con
su extinción. ¡Quién hubiera pensado que las boleadoras eran un arma de
destrucción masiva!
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