En La galanga no solo destacan los galenos (que habemos varios) sino personajes tan disímiles como pagadores del BPS. ¡Si! ¡Eso también existe!
Y luego de varios decenios de trabajo en esa función el anecdotario que se recolecta es tan abrumador como el hipocrático.
Todas las anécdotas son rigurosamente verídicas. Solo se omiten los nombres y apellidos para evitar tener que pagar más pensiones a la invalidez.
Aquí les presentamos la séptima entrega de Violetero, en su nueva columna.
Y por supuesto hay mucho más
VARIAS
CON BILLETES
SALTA, SALTA, SALTA. (UNA DE ELLAS)
Cuando un afiliado cobraba más de $
10.000, ya teníamos preparados un fajo con diez billetes de mil, rodeados de
una banda elástica, a efectos de
agilizar la tarea. Se acerca un señor a hacer efectivo su cobro y le entrego
uno de estos fajos. Como la banda elástica estaba apretada, los billetes se
arrugaron, y cuando el señor lo va a tomar, el fajo salta y no puede tomarlo.
Vuelvo a arreglar los billetes, estirando la goma; el señor quiere tomarlo y
nuevamente el fajo salta y el manotazo de la persona es inútil. Vuelvo a
repetir la operación y por tercera vez pasa lo mismo hasta que el señor, ya
cansado con tantos saltos del dichoso fajo, pasa la mano por el hueco del box y
le pone la mano encima al fajo en un movimiento rápido como quien da una
cachetada a la vez que me decía:
-¡Déjelo. Ya lo atrapé!
EXACTAMENTE IGUALES
(OTRA MAS)
Es muy común la gente que va a
cobrar pida cambio, pero en general, lo hacen preguntando:
-¿No tiene billetes más chicos?
-Son todos del mismo tamaño les contestaba - y en forma simultánea ponía uno de mil encima de otro de menor valor y se los comparaba.
UNICO
(OTRA MAS)
Un día de pago, llevo a mi hijo al
B.P.S. y lo pongo al lado mío en el box, sentado en una silla. En ese entonces
él tenía aproximadamente 5 años. La mañana transcurrió normalmente, hasta que
llega una persona a hacerme la consabida preguntita:
-¿No tiene más chicos? (refiriéndose por supuesto a los billetes)
Y yo, ni lerdo ni perezoso, y notando que le faltó decir la palabra “billetes”, señalándole a mi hijo, le contesto
-No...es hijo único.
11
FOTOCOPIA (OTRA MAS)
Una mañana, abonando en un Agencia,
un niño de aproximadamente 12 años se acerca a la ventanilla y me ofrece algo
que para mí resultó sensacional: fotocopias a tamaño reducido de billetes de
mil pesos.
De más esta decir, que me acompañaban en todos los pagos en ventanilla y cuando alguna persona venía con la consabida preguntita de los “billetes más chicos”, le decía:´
-Si; como no. Y le tomaba un billete de mil original
y se lo cambiaba por una fotocopia. Por supuesto, en broma.
DICHO Y
HECHO (LA ULTIMA )
Esta anécdota es similar a las anteriores, a los efectos de conseguir cambio, pero la pregunta del afiliado fue distinta.
-¿No me lo parte? – le dice la persona al cajero y le entrega un billete.
-¡Cómo no! – le contesta el compañero. Y con las mismas parte el billete a la mitad y le dice muy atentamente:
-Sírvase.
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