Lo que aprendí en China y en España (bitácora del Pepe)
Soy oriental de occidente
que a un gran país se avecina.
Yo, campechano y tan gaucho
digo: "me encanta esta China".
Me impactó la gran muralla,
pensé que era más modesta.
Si Argentina jode mucho
encargamos una de estas.
Xi Jinping no es cuento chino
y no hay chino que sea lerdo:
conversamos un ratito y
ya firmamos siete acuerdos.
Lucía eligió mi camisa.
A mí la moda me mata:
yo de cuello mao y el chino
se vino a encajar corbata.
No he parado ni un minuto.
Ando filtrao, medio muerto.
Pero los trenes son buenos
y les interesa el puerto.
Yo soy alguien que apechuga,
mejor dicho "que se apaña"
-voy practicando el idioma
porque 'toy llegando a España-.
El Rey estaba asustado
y con mirada intrigante.
Cuando vio que me acercaba
pensó que era un inmigrante.
Mejor vayan dando bola,
teniéndonos en sus planes.
Miren que si no los chinos
se los comen en dos panes.
Cenamo' en nuestra embajada
y en crisis el hambre incide.
Yo le aclaré al presidente:
"esto se los manda el MIDES".
Rajoy sorprendido dijo:
"¡qué cocina cojonuda!"
Pensó que sólo comíamos
algún coco y carne cruda.
Desde Uruguay me da palo
la oposición con su insidia.
Es que están blancos del susto
y coloraos de la envidia.
"No somos muy laburantes"
dije, y se ponen ladinos.
La pólvora, que yo sepa,
ya la inventaron los chinos.
No me vengan con sus gritos
y falsas indignaciones.
Se indignan pero en verano
se pasan de vacaciones.
Ya al cierre les voy dejando
pinchada como un abrojo
mi reflexión uruguaya
acerca de los enojos.
¿Saben por qué en nuestra patria
nadie se enoja un carajo?
Sabemos que el que se enoja
va a tener doble trabajo.
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