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Te presto el gato
enviado por Melba desde Australia
En un pueblito perdido en las comarcas de Galicia, una tarde de crudo invierno, llega un campesino al almacén de ramos generales de Manuel. Hacía tanto frío como en la Rambla de Montevideo un julio ventoso y lluvioso, lo más parecido a la Siberia en camiseta.
- Joder, Ramón. ¿Qué te trae por acá con este día tan frío?
- Manuel, es que ando buscando una bolsa de goma, de esas que se le echa agua caliente para entibiarme los pies de noche antes que se me caigan las uñas.
- Me cago en la ostia, Ramón. Que he vendido la última recién a Carmenciña.
- ¿Y me puedes decir tú qué hago ahora, coño, con este frío?
- Puedo prestarte mi gato
- ¿Tu gato?
- Claro Ramón. Te presto mi gato. Es un gato gordito que te lo pones de noche en los pies y verás como pasas toda la noche calentito. Me lo traes el martes que ya voy a tener bolsas de nuevo
- Gracias Manuel y nos vemos
A la mañana siguiente se aparece Ramón con la cara hinchada de arañazos y las manos hechas flecos:
- Que aquí tienes tu gato de mierda de nuevo, que te lo puedes meter en el culo. Que mira como me ha dejado el malparido!!
- Pero ¿qué ha pasado Ramón? Que es un gato mansito
- Mansito, joder, y la madre que lo paríó. El embudo en el culo lo aguantó bastante bien pero cuando empecé a echarle el agua caliente se ha puesto como loco, que mira como me he quedado.
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