Por Abelardo Abelenda
Hoy me desperté soñando. Si, con el sueño en la punta de la lengua y haciendo fuerza para seguir soñando. Soñé con tres amigas.
Hoy me desperté soñando. Si, con el sueño en la punta de la lengua y haciendo fuerza para seguir soñando. Soñé con tres amigas.
La música merece la alegría
La primera, Marianela, de cuarto año del Zorrilla, donde compartimos el año con José y Diego en el liceo de la dictadura, año 1981.Una vez fui a estudiar a la casa de Marianela. Tenía hermanos más grandes, que luego me enteré militaban en la FEUU clandestina. En su casa, cometimos uno de los primeros actos prohibidos, conspirativos de que tengo memoria. Sabíamos lo que estábamos haciendo. Hicimos girar un cassette TDK en un aparatito mágico que hacía poco había empezado a llegar a un Uruguay enloquecido por el dólar barato: un radiograbador. El doble cassetero AIWA hizo volver a cantar a los Olimareños. Hacía diez años que no los escuchaba, yo no entendía mucho porque habían desaparecido del dial uruguayo. Tampoco entendía mucho como yo me sabía todas las canciones si no tenía memoria consciente de ellas. Años después me pasó lo mismo, cuando Los Olima volvieron al país, en el estadio Centenario, canté por dos horas viejas canciones que no recordaba que sabía.
Luego
de Maraniela, en el sueño aparecieron Inés e Isabel, amigas
de los veinte años. Nos cruzamos a fines
de los ochenta, etapa de los comienzos de la democracia con sus
ilusiones y
desilusiones. Ellas tenían unos años más que yo, me introdujeron a
muchas
cosas, de las más importantes y que me acompañan todos los días: la
música
popular brasileña (MPB), la aventura de vivir y el Brasil. A este último
aprendimos a querer en varios viajes a Florianópolis, Río de Janeiro,
Ouro Preto y la
Bahía de todos los Santos.
Por ellas conocí a Caetano Veloso, Chico Buarque, María Bethania, Gal Costa
y los tríos eléctricos en vivo. Luego vinieron varias noches y días, esperando
la salida de la luna llena en una chacra de camino Mendoza en las afueras de
Montevideo, o a la orilla del atlántico escuchando, divagando, caminando, junto
a Caetano y su hermana Bethania.
Sobre el final del sueño me surgió la duda: ¿Por qué aparecían las 3 amigas juntas en el sueño?
Antes de despertarme develé el misterio: las junté a las tres, las presenté pues no se
conocían y les dije:
¡Gracias por la
música!
…
É a vida, é bonita y é
bonita
viver e não ter a
vergonha de ser feliz
cantar e cantar e
cantar
a beleza de ser um
eterno aprendiz
eu sei, que a vida devia ser bem melhor e será
mas isto não impede
que eu repita
é bonita, é bonita e é
bonita
(de Gonzaginha)
Si quieren escuchar y ver
la versión más linda de "La vida es Bonita (“O que é o que é”)" en la interpretación de María Bethania hagan click aquí:
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