Lalo Morello era un fenómeno haciendo imitaciones, realmente
una cosa increíble.
Una tarde en la iglesia se puso a imitar ruidos de pájaros y
el viejerío empezó a ponerse nervioso y a mirar para arriba. El Padre Mauricio
tuvo que suspender la misa y mandó revisar el campanario y la iglesia entera en
busca de los pichones que molestaban.
Obviamente, nunca encontraron nada.
El Lalo era una cosa sería porque además, le gustaba hacer
bromas.
Más adelante se puso osado y empezó a hacer macanas.
Un día venía en el ómnibus y vio una chiquilina con un
aparato de mp3 precioso y se decidió a robárselo. Se le arrimó despacito,
escucho un rato la música que venía escuchando la gurisa y la empezó a imitar.
Al poco rato le sacó los auriculares con una calidad inimitable y le empezó a
cantar al oído. La muchacha ni cuenta se dio. De repente cambió y puso la
radio. El Lalo arranco a improvisar siguiendo las emisoras hasta que se detuvo
en una y empezó a dar el noticiero. La joven se aburrió con las noticias y
apagó el mp3. Ahí el Lalo se decidió y le robó el aparatito.
Después empezó a perfeccionarse en el arte de joder al
prójimo y se asoció con un primo que tenía una automotora. El primo hacía que
arrancaba un auto y el Lalo imitaba todos los ruidos: el arranque, el motor, la
radio, era realmente increíble.
Así vendieron cualquier cascajo convenciendo a los incautos
compradores de que su auto tenía motor Ferrari.
Un día incluso, vendieron un auto sin motor. El pobre tipo
les decía
- Pero este auto no se mueve, ustedes me están jodiendo.
Pero el Lalo y el primo lo convencieron, el tipo no podía
discutir y al final les creyó. El auto aceleraba y frenaba y al final lo
convencieron de que era el que no se daba cuenta que el auto se movía. Lo
sacaron de la automotora empujando y al final, al pobre hombre les dio
vergüenza ir a reclamarles y se creyó que el motor se lo habían robado de la
puerta de la casa.
Más adelante Lalo se especializó y empezó a imitar cosas y
también: era increíblemente convincente.
Así, de a poco se empezó a practicar y ponía cara de Ford
Falcon, hacía el ruido del motor y el socio lo vendía a el como si fuera un
auto!
Al otro día de mañana se despertaba temprano y se iba. El
vendedor estafado ni desconfiaba de lo bien que imitaba el Lalo y se iba a
hacer la denuncia a la seccional policial y todo. Increíble la audacia de estos
dos jodedores. Pero que buenos que eran.
Un día vino un tipo buscando una camioneta para hacer
mudanzas.
Lalo puso cara de Nissan con motor Isuzu gasolero. El tipo
se tiró en palomita y compró la camioneta. Bueno, compró al Lalo.
Todos lo recordamos con cariño, porque era pícaro, jodedor,
pero de buen corazón.
Al otro día de que lo compraron para camioneta de mudanzas,
el Lalo se durmió porque estaba cansado.
El tipo tenía una mudanza tempranito y el pobre Lalo no
aguantó el peso del ropero, la heladera, el lavarropas……
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