Como todos lo que
lo saben lo conocen, la primera ortografía académica española fue publicada en 1741,
Ortographía española.
Dicha publicación no nació serenamente, sino que apareció
al calor de apasionadas luchas entre distintas facciones de gramáticos y ortógrafos
que tenían intereses encontrados tanto desde lo filosófico como en campos más prácticos.
Uno de esos grupos, era una logia secreta, la Santa Cofradía Ortográfica del
Buen Punto también denominada Cofrades Puntuales.
Para evitar delaciones
e interferencias, las reuniones que tenían eran de un estricto secreto; las convocatorias
a los cofrades participantes se hacían mediante esquelas con notación encriptada
para proteger los datos de la reunión. Solía aparecer en estas, un signo ortográfico
que estaba concitando una gran adhesión por los Cofrades Puntuales, pero
que era muy resistido por sus adversarios académicos de la vertiente más conservadora
y clásica; nos referimos a lo que hoy en día conocemos como el signo de puntuación
«punto y coma».
La inclusión de este signo en la esquela de convocatoria que recibían
los citados a la reunión, implicaba de modo críptico una severa amenaza, pues advertía
a quienes no acudieran de modo perentorio a la reunión y por lo tanto a quienes estuvieran
ausentes, que tendrían graves consecuencias que sin dudas lamentarían en el futuro.
Este es el origen de lo que luego —como muchos ancestrales secretos, se popularizaría—
con la rima que dice: «punto y coma, el que no está, se embroma».
Comentarios
Jajaja
Meri
Jajaja
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