Así nomás. Como quien no quiere la cosa se van acercando tipos que solo buscan el glamour de La Galanga y el reconocimiento de su enorme platea.
Porque si buscan guita ... esperá sentado en La Galanga hasta que te quede la marca en la cola.
Hoy se junta a nosotros y a ustedes Odoacro, también conocido como Daniel N.
Y nos regala este cuento levemente autobiográfico.
Bienvenido Odoacro a este sitio donde hacemos cosas porque nos gusta hacerlas.
Cómo atajaba el Mono Latorre, un fenómeno. Tenía unas manos como las de Edmundo Rivero, cómo atajaba.
Ahora dicen que la pelota de antes era más pesada, más lenta, pero daba gusto ver al Mono caer hecho un ovillo, con la pelota entre sus garfios.
Era difícil que se le escapara, no recuerdo que haya dado jamás un rebote.
Los bas jugaban tranquilos. El área era de él, la rodilla adelante, como Mazurka, y caiga el que caiga.
El solo era medio cuadro, pero se cayó.
Del camión se cayó, veníamos de jugar en las canchas de la liga, y le habíamos ganado bien a no me acuerdo que cuadro.
Venía de festejo la cosa, y arriba del camión corría la grapa y la alegría
El Mono venía colgado atrás, parado en el paragolpes.
Se cayó y se reventó contra el hormigón, se hizo pelota.
En el hospital se pasó como veinte días, hay que esperar, decían los médicos, la Clarita se pasaba allí, y eso que con el Mono se llevaban a las patadas, el Mono era medio bestia.
Cuando tenían camorra, la Clarita se calentaba y después se pasaba días sin saludar a nadie, "vuelve en pedo por culpa de ustedes" .
Ahora pienso que lo quería, hasta era capaz de estar enamorada, que sé yo.
Enamorarse de esa bestia, que pelotuda.
Cuando salió del Clínicas era otro el Mono, dejó a la Clarita, se mudó, hablaba poco y no decía nada.
Al futbol no jugó más, cambio mucho el Mono. No volvió a aparecer por el boliche, ni por la esquina de la casa del Nino, lugar de juntada obligada.
Lo perdimos de vista, y después no lo queríamos ver, eran tiempos bravos y el Mono se metió en malas juntas.
Se mudó a la ciudad vieja, se lo veía siempre por el bajo.
Paraba en El Universal y se mamaba hasta las patas.
Un día, el Mono se casó. Se casó con una mina de allí, dicen que era argentina.
Se casó, pero estaba clavado que se iba a mandar alguna cagada.
El Mono cambió mucho, antes no mataba una mosca, pero cambió; una noche, un Porteño se fue de boca con su mujer, y el mono lo fajó.
Tanto lo fajó que el fulano se murió y tanto se murió que el mono terminó en cana. Ahí sí que cambió el Mono, volvió a cambiar.
Era un tipo bueno el Mono antes de cambiar.
En la cana se hizo amigo de un boxeador muy facho y cuando salió terminó de guardaespaldas de un fulano que era diputado, o que había sido presidente, algo de eso.
También se metió a cosas más jodidas, contaba que entraban en los liceos y cagaban a patadas a los comunistas.
Decían que era de los pesados de la JUP.
Cada tanto aparecía por el barrio, “a visitar a la vieja” decía, y nosotros como que mirábamos para el otro lado tratando de esquivarlo, no sé si por odio o por miedo.
Si no zafabas te contaba sus hazañas, a veces era la mano derecha del comisario fulano, otras era el que le había volado la jeta de un galletazo a un tupa.
Otro día, había copado la Facultad de Derecho y le había pegado un balazo a un mengano.
Te contaba el copamiento de un liceo con la misma cara que cuando contaba cómo le atajo el penal al chueco Gorriti en la final del nocturno del 67,"el gil se comió el amague y me lo pateó a la derecha, a media altura, una papita"
Si te agarraba te lo tenías que bancar hasta que se aburría de hablar, se iba de golpe, agarraba y se iba,
Por el boliche no pasó mas, aparecía de día, en fija era cierto que venía a ver a la vieja que ya estaba jodida y que poco después se murió.
Allá por el 79, nos vimos de vuelta, estaba jodida la cosa, yo me había metido a militar para sacar a los milicos, también me había casado.
Recién había nacido el Francisco, y la Juanita tenía 3 años.
Fue en el Tonipark que me lo crucé, los dos tratando de subir a nuestros gurises al mismo caballito.
Yo estaba por subir a Juanita, y él se aparece de la nada a subir a una pendejita que se ve que era su hija, cerré los ojos, lo garroneé y me di vuelta, sin mirar, calladito, pero cortando varillas de ocho.
Ninguno de los dos dijo nada.
Varillas de ocho, qué cagazo, pero me la banqué, ni al Luis le dije porque no quería que me vieran tan garcado.
Seguro que me conoció y se hizo el gil, qué necesidad tenía de más quilombo, pero uno no estaba para pensar, estaba para cagarse nomás.
Después vino la democracia, es decir, no vino, la tuvimos que ir a buscar, pero llegó y me lo encontré de nuevo, armando un tablado en el Buceo, se venía el Carnaval del 85.
- ¿Qué haces Mono?
- ¿En qué andas?
- Acá, ayudando a los gomía, y de guardaespaldas.
- No cambiás más, mirá que sos boludo, sos un flor de boludo.
¡Que fenómeno la democracia!, decirle en la jeta que era un gil, un perdedor.
- ¿Qué querés, si lo único que sé es fajar gente! ¿Quién me da laburo a mí?, estoy más quemado que el asado del Lindolfo después del 4 a 1.
Tenía razón, aquel asado quedó una cagada.
Que pelotudo el Lindolfo ahora que lo pienso.
Terminamos tomando vino y comiendo lechuga con pan.
Que cagada que era el Lindolfo haciendo asado
Que hijo de puta el Mono, hacerme acordar de aquel asado de mierda.
Comentarios
Muy bueno! A la altura de lo.mejor de la galanga, y eso es mucho decir.
Anónimo
Paaaaa, qué historia! Me rememora otros casos similares, qué circular es la vida! Preciosa historia
Carmiña
Muy bueno! A la altura de lo.mejor de la galanga, y eso es mucho decir.
ResponderEliminarPaaaaa, qué historia! Me rememora otros casos similares, qué circular es la vida! Preciosa historia
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