Cuantas veces pasando en el ómnibus por
Avenida Italia (bien apropiado para un Tano) me impactaba esa cosa rara,
rarísima para un niño, que era el Assimakos.
Mas adelante, en mi peripecia, de adulto y al
volver de visita, noté que en la rutina gris de los años de plomo de la
juventud, caminábamos las calles sin mirar para arriba, mas bien mirando para adentro. Y viendo otras ciudades
sin carácter por este mundo, y al volver con otros ojos tras una década, uno se empezó a dar cuenta de las
joyas arquitectónicas que tiene Montevideo, porque ya podía mirar para arriba. Una ciudad, no lo niego, que sigue siendo una aldea en comparación
con otras ciudades de las que tomó ejemplo, pero tiene su carácter, mas rico que el 90 por ciento de las ciudades de Estados Unidos, para poner un ejemplo.
Ese que los mercaderes se encargarán de hacer
desaparecer.
Un amigo me envía fotos de la demolición de
Assimakos. Veo inmediatamente el paralelo con la “caries” o el “diente hueco” de
Berlin. Iglesia destrozada por bombardeos, los berlineses se opusieron a su
demolición y allí está como recuerdo de la destrucción de la guerra, ese
perpetuo diente careado. Las imágenes hablan por si mismas.
La caries de Montevideo
La caries de Berlin (Kaiser Wilhelm Memorial Church)
Horrores de las guerras y horrores de los
mercaderes, ninguna novedad, son éstos los que generan aquellas.
Recojo esta reseña tomando datos de de un articulo de Caro Curbelo.
El edificio Assimakos, fue obra del
arquitecto uruguayo Jorge Caprario (1896 – 1997).
Manuel Assimakos era un fabricante de
alfombras que al ver que su negocio prosperaba decidió construir un edificio
exclusivo para la empresa.
La esposa de Caprario y la de Assimakos eran
amigas, así fue que una le recomendó a la otra visitar a su marido a ver si le
podía dar alguna idea. La solución fue bien recibida y la familia tuvo su
original residencia con el sello inconfundible de Caprario en la fachada.
El edificio se mantuvo sin modificaciones
hasta que se realizó el ensanche de Av. Italia. Entonces volvieron a llamar al
arquitecto para que buscara la forma de adaptar la entrada principal al poco
espacio de retiro que les quedaba, corrigiendo desniveles y escalones.
El indio que se dibuja entre las hojas y
otros ornamentos es una buena pista para encontrar otras obras de Caprario en
la ciudad. En Ellauri y Leyenda Patria está el Edificio
“El indio”, una proa de 8 pisos imposible de ignorar.
El edificio fue construido en 1942 y fue
durante años propiedad del Arquitecto.
Tabaré abriéndose paso entre las llamas,
enorme y sin duda una de las pocas representaciones de un indio con dignidad
que se pueden ver en Montevideo. Ya sé, ese era el indio imaginario del pituco Zorrilla de San Martín, pero que al menos simbolizó una raza a la que su propio partido Bermellón se había encargo de cuasi exterminar...
A no confundir con los otros dos, el que veta y no debate o el que hace dinero con el circo de los 11 millonarios que patean una pelotita.
La fachada fue realizada con
una doble pared, dentro de la que se ubicaron luces de color comenzando con
rojo, amarillo para el fuego, luego azul y termina en blanco para la estrella
superior.
Vayan a verlo, si no han reparado en él, antes
que los mercaderes lo demuelan.
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