In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

domingo, 30 de junio de 2013

El mate

Cualquier uruguayo cree saber qué es el mate.
Pero, pensando en los no - uruguayos que leen La Galanga se nos ocurrió poner esto. Claro, no solo a los no - uruguayos les va a servir. Muchos de nosotros vamos a entender muchas cosas. Y varios vamos a sentir en la garganta el nudito clásico de la emoción.


El Mate

por Máximo Gur Méndez
Leído de otros, pensado, reescrito, cavilado, vuelto a escribir y, finalmente, publicado en La galanga

El mate no es una bebida.
Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.

El mate es exactamente lo contrario que la televisión. Te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo/a.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿tomamos unos mates?".

Y esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o en inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico sentados en el salón y entre los adolescentes mientras estudian o pasan el rato en la Rambla. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Todos ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos. Los buenos y los hijos de puta.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Y te lo pide después de haberte mirado con los ojos bien grandotes cómo vos tomabas mate, con cara de entendido y haciendo ruido al final. Se lo das tibiecito y entonces se sienten grandes.
Sentís un orgullo enorme cuando ese pedacito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Y seguramente te sentirás como el mejor padre del mundo cuando sos vos el que le regalás su primer termo y su primer matera.

Cuando conocés a alguien por primera vez rompés el hielo con un “¿te tomás unos mates?”.
La gente pregunta, cuando no hay confianza:
-¿Dulce o amargo?
El otro responde:
-Como tomes vos.

Los teclados de Uruguay tienen las teclas llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.

Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.

Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un botija pone la caldera al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es porque ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solos. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hubieron revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...

Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena; la charla, no el mate.

Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar: vos hablás mientras el otro toma y viceversa.

Es la sinceridad para decir: Basta, cambiá la yerba!

Es el compañerismo hecho momento.

Es la sensibilidad al agua hirviendo.

Es el cariño para preguntar, estúpidamente: ¿está caliente, no?

Es la modestia de quién ceba el mejor mate.

Es la generosidad de dar hasta el final.

Es la hospitalidad de la invitación.

Es la justicia de uno por uno.

Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día.

Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse, sin mayores pretensiones que compartir un mate.


Ahora vos sabés, un mate no es sólo un mate...


El mate en La galanga


Comentarios


CLAP CLAP CLAP!!!!
Topacio

Simplemente maravilloso!!
Pablo

Genial Gur Mendez, gracias por refrescarnos la memoria.
Alejandro 


Nada tan puro como garronear mate, eso sí, por lo menos una vez tenes que poner Tu mate. Muy bueno el "editorial" Salu. 
Lunfa

El mate... el mate... el mate... LA PRIMERA RED SOCIAL DEL UNIVERSO, pudiera decir.
antes de que los telefonos 'inteligentes' (o al menos, mucho mas inteligentes que mucha gente) surgieran... y la gente se desgastara dando 'me gusta' o subiendo fotos a la nube, ya los gauchos se sentaban alrededor del mate y 'chateaban' entre ellos.
Sabe a rayo.... pero QUE MARAVILLA EL MATE!!!
saludos,
isx (de Cuba)



5 comentarios:

  1. Genial Gur Mendez, gracias por refrescarnos la memoria.
    Alejandro

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  2. Nada tan puro como garronear mate, eso sí, por lo menos una vez tenes que poner Tu mate. Muy bueno el "editorial"Salu.

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  3. El mate... el mate... el mate... LA PRIMERA RED SOCIAL DEL UNIVERSO, pudiera decir.
    antes de que los telefonos 'inteligentes' (o al menos, mucho mas inteligentes que mucha gente) surgieran... y la gente se desgastara dando 'me gusta' o subiendo fotos a la nube, ya los gauchos se sentaban alrededor del mate y 'chateaban' entre ellos.
    Sabe a rayo.... pero QUE MARAVILLA EL MATE!!!
    saludos,
    isx

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